Fausto Coppi, icono ciclista piamontés, no forma parte del selecto grupo de campeones que han ganado las tres grandes vueltas (son siete: Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Alberto Contador, Vincenzo Nibali y Chris Froome) porque solo participó una vez en La Vuelta, en 1959 (abandono en la etapa 15), ya al final de su carrera, con casi cuarenta años y apenas ocho meses antes de su fallecimiento.
Sin embargo, los organizadores le habían invitado sin éxito a participar en la undécima edición, en 1956, para completar una alineación de estrellas formada por el francés Louison Bobet, triple vencedor saliente del Tour de Francia, que voló a Biarritz en su avión privado; el suizo Hugo Koblet, que llegó a San Sebastián en su reluciente Alfa Romeo; y el belga Rik Van Steenbergen, rey de las clásicas en la década posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, aquel año fue otro ciclista piamontés quien se llevó la victoria, para sorpresa de todos. Por aquel entonces, La Vuelta se disputaba por selecciones nacionales y Angelo Conterno, de 31 años, tenía menos estatus de líder que Giuseppe Buratti, rey de la montaña el año anterior.
La estrella del equipo era el otro turinés, Nino Defilippis, una especie de mentor —aunque más joven— para Conterno, que había empezado tarde en el ciclismo y era considerado un viejo zorro del pelotón, apodado penna bianca (“pluma blanca”) por un mechón de pelo canoso. Conterno tomó el liderato en la segunda de las diecisiete etapas y no lo soltó.
Rezagados en la segunda mitad de la etapa 10, tras una contrarreloj por equipos ganada en Barcelona por la selección francesa, Bobet y Koblet acabaron perdiendo interés y se retiraron. Van Steenbergen se centró en la clasificación por puntos, mientras que los españoles Federico Bahamontes y Jesús Loroño, convencidos de que podían dar la vuelta a la carrera, no tuvieron suerte. Finalmente, Loroño se quedó a trece segundos del triunfo, mientras Conterno defendía su maillot amarillo pese a sufrir neumonía y fiebre de cuarenta grados.

Hasta que en 1995 se modificó el calendario internacional, la participación de campeones italianos en La Vuelta no era algo habitual, ya que la prueba terminaba en mayo, justo antes del inicio del Giro de Italia. Pero en 1968, Felice Gimondi se propuso el reto de seguir los pasos de Jacques Anquetil y ganar las tres grandes vueltas, ya que había conquistado el Tour de Francia 1965 y el Giro de Italia 1967 con solo 25 años.
La 23ª edición de La Vuelta quedó como una de las más emocionantes de esa década dorada del ciclismo, y una de las más igualadas en lo deportivo, con un duelo en el último tercio de la carrera entre el español José Pérez Francés y Gimondi, después de que el holandés Jan Janssen, el alemán Rudi Altig, el británico Michael Wright y el español Manuel Martín Piñera vistieran sucesivamente el maillot amarillo.
En cambio, la edición de 1981 tuvo un éxito muy limitado, con solo nueve equipos participantes, entre ellos dos grandes formaciones extranjeras: el francés Miko-Mercier y el italiano Inoxpran. El francés Régis Clère lideró la general los primeros ocho días, y el italiano Giovanni Battaglin las trece jornadas restantes.
El veneciano entró en los libros de historia como el ciclista que ha ganado dos grandes vueltas más próximas en el calendario: La Vuelta, que terminó el 10 de mayo, y el Giro, que comenzó el 13 de mayo. Antes de 1995, solo Eddy Merckx había logrado el doblete Giro-Vuelta en el mismo año (1973). Desde entonces, Alberto Contador también lo consiguió, pero ganando en Italia en junio y en España en septiembre (2008).

Marco Giovanetti no queda muy lejos de Battaglin, ya que en 1990 terminó sucesivamente en el podio final de La Vuelta (ganador) y del Giro (tercero), y participó también en el Tour de Francia (abandono en la etapa 5). Es el único ganador italiano de La Vuelta que militaba en un equipo español, el SEUR. Se beneficiaron de la incipiente rivalidad entre Banesto y ONCE, que daría gran vitalidad al ciclismo español en los años 90.
De las 299 grandes vueltas disputadas hasta la fecha, los italianos han ganado más que nadie: 85 (frente a 51 de los franceses y 48 de los españoles, que les siguen en el palmarés).
Pero lo que antes era habitual ahora es raro. El hilo de la historia se rompió hace casi diez años con dos ganadores de La Vuelta procedentes de islas mediterráneas: el siciliano Vincenzo Nibali, primer ciclista en vestir La Roja en Madrid 2010 y último italiano en ganar una gran vuelta (Giro de Italia en 2016), y el sardo Fabio Aru, que destronó al neerlandés Tom Dumoulin en la Sierra de Guadarrama en la víspera de la jornada final de 2015.
¿Tendremos candidatos para tomar el relevo en la salida oficial de La Vuelta en Piamonte? Giulio Ciccone ganó recientemente la Clásica de San Sebastián… ¡y España le inspira!