La etapa 11 de la Vuelta 2025 terminó sin ganador al neutralizarse la llegada a 3 km de meta debido a la protesta propalestina en Bilbao.
Mientras la organización priorizó la seguridad, la UCI emitió un comunicado que, de nuevo, apeló a su “neutralidad política”.
El contraste con las sanciones exprés aplicadas a Rusia y Bielorrusia en 2022 es clamoroso.
En bicio.bike aplaudimos la protesta cívica de la afición vasca frente al silencio internacional ante el genocidio en Gaza -a la vez que rechazamos tajantemente cualquier acto violento que ponga en riesgo a ciclistas y público-
El doble rasero de la UCI
Con Rusia: el 1 de marzo de 2022 la UCI aprobó medidas excepcionales: retiró estatus UCI a equipos rusos/bielorrusos, prohibió la participación de selecciones nacionales y vetó eventos en ambos países.
En 2023 permitió a atletas competir bajo estatus neutral, pero mantuvo los vetos a equipos y selecciones.
Con Israel: pese a las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia (enero y mayo de 2024) para prevenir actos amparados por la Convención de Genocidio y frenar la ofensiva en Rafah, la UCI se limita a declararse neutral y no activa ningún paquete de sanciones deportivas.
La UCI sí tuvo herramientas (y prisa) para sancionar a Rusia/Bielorrusia; con Israel prefiere el laissez-faire. Ese doble rasero erosiona la credibilidad del regulador y enciende naturalmente a la afición.
La situación en la meta de Bilbao que ha llevado a la organización a neutralizar la etapa.#LaVuelta25 pic.twitter.com/epp9iALdfY
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) September 3, 2025
Protesta vasca: por qué importa
Las movilizaciones en Bilbao expresan la indignación del pueblo vasco ante un genocidio que acumula 62.122 personas muertas y 156.758 personas han resultado heridas en Gaza.
Son una interpelación ética al deporte cuando sus instituciones deportivas y políticas eluden decisiones.
Por eso como aficionados al ciclismo y a los derechos humanos apoyamos la protesta pacífica y organizada a la vez que estamos en contra de conductas que comprometan la seguridad del pelotón.
La etapa sin ganador no es una victoria de nadie; es el síntoma de una gestión política fallida del conflicto por parte de las instituciones deportivas.
El elefante en la habitación: Sylvan Adams
El propietario de IPT, Sylvan Adams, ha utilizado el deporte para proyectar la imagen de Israel (del Giro 2018 en Jerusalén a múltiples patrocinios) y mantiene una sintonía pública con el Gobierno israelí.
Sus donaciones y activismo durante la guerra son conocidos, así como su relación con Netanyahu.
No es un actor neutro en esta historia.
Comunicados tibios y responsabilidades
UCI: “el deporte no es herramienta de castigo” y neutralidad como mantra, sin medidas concretas.
La Vuelta: admite que no puede expulsar a un equipo y sugiere que la solución pasa (a través de las declaraciones de su director técnico) por una decisión voluntaria de retirada del equipo Israelí.
IPT: se queda en carrera y habla de “precedente peligroso”.
La suma de comunicados esquiva el fondo: ¿por qué unas guerras merecen sanciones deportivas inmediatas y otras, comunicados?