No todo vale para el mantenimiento de la bicicleta y sus diferentes componentes. Una bicicleta sucia puede acumular grasa, polvo y restos metálicos que afectan al buen funcionamiento de los componentes.
Uno de los errores en el mantenimiento de la bicicleta es limpiar con los productos no adecuados. Hacerlo con conocimiento y una consulta previa es clave para garantizar su rendimiento, seguridad y durabilidad.
Entre los productos más utilizados por mecánicos y aficionados se encuentra el alcohol isopropílico, conocido también como isopropanol, que se utiliza en concentraciones que suelen rondar el 70%-99%. Una sustancia con múltiples aplicaciones en la limpieza de componentes.

Este que es un solvente, desinfectante y agente de limpieza de uso común tiene la gran ventaja de su rápida evaporación, lo que permite una limpieza profunda sin dejar residuos. Además, no necesita aclarado con agua.
A diferencia del agua y jabón, que a veces dejan restos, el alcohol isopropílico limpia de forma rápida y precisa. Esta ventaja es especialmente útil durante competiciones o entrenamientos donde el tiempo es limitado.
El tipo de alcohol que se debe usar siempre es el isopropílico a diferencia del alcohol etílico (el de farmacia) o productos con perfumes y aditivos que pueden dañar componentes o dejar residuos.
Eliminación de contaminantes
Para aplicar el alcohol, lo ideal es usar un paño de microfibra limpio, nunca esponjas ni estropajos abrasivos que puedan rayar o dañar las superficies. Entre los principales usos del alcohol en ciclismo está la desinfección y la eliminación de contaminantes invisibles que pueden afectar el funcionamiento de la bicicleta.
En concreto, es ideal para limpiar discos de freno, ya que elimina grasa y suciedad sin dañar la superficie de contacto. Su uso frecuente mejora la frenada y evita chirridos molestos. También se recomienda para las barras de suspensión, manetas de freno y otras zonas metálicas expuestas. Sin embargo, no es recomendable para cuadros pintados o componentes de carbono si no se conoce su compatibilidad.
Incluso se puede usar para limpiar herramientas, gafas, cascos o incluso guantes, debido a su capacidad de desinfectar y eliminar grasa sin dañar superficies plásticas o metálicas.
El momento idóneo para limpiar la bicicleta con alcohol es después de rutas húmedas, entrenamientos intensos o cada cierto tiempo como parte de un mantenimiento preventivo. Y tras usar alcohol, es recomendable lubricar de nuevo la cadena o componentes móviles, ya que este elimina todo rastro de grasa, dejando las piezas “secas”.
Cosas a evitar
El uso excesivo de alcohol también puede resecar gomas o retenes, por lo que se recomienda moderación y aplicar productos lubricantes después de limpiar determinadas piezas. Aunque el alcohol es muy útil, no sustituye una limpieza general con agua y jabón, especialmente en zonas donde se acumula barro o residuos sólidos.

En cuanto a la seguridad, el alcohol isopropílico es altamente inflamable, por lo que siempre debe usarse en lugares ventilados y lejos de llamas o calor intenso. Apostar por una buena rutina de mantenimiento en el ciclismo, en la que el alcohol isopropílico tiene un papel destacado, alarga la vida de la bici, mejora el rendimiento y previene averías.