Hay ciclistas que ganan. Y hay ciclistas que destruyen. Tadej Pogacar pertenece a ese segundo grupo. Hoy, en la etapa del Tour el esloveno ha dejado claro que va a por todo., incluso cuando no hace falta. Huele sangre y se lanza.
La etapa parecía hecha a medida para cazadores de días sueltos: repechos, cotas trampas, un terreno ideal para tipos como Van der Poel. Pero Pogacar juega a otro deporte A 20 kilómetros de meta, cuando el pelotón engulló a los fugados, el guion del día ya tenía dueño.
Una victoria más. No. Su victoria número 100.
Lo fácil sería decir que Pogacar remató un sprint reducido y sumó una más. Pero nada en él es sencillo. Cuando los demás miran el Tour como una guerra de desgaste, él lo convierte en un espectáculo diario. Hoy, dejó un hachazo demoledor en la última cota. Solo para marcar territorio. Solo para que nadie olvide que es su Tour. Su terreno. Su jaula.
Con 100 victorias, Pogacar entra en el club de los monstruos. No por la cifra en sí, sino por cómo las consigue. Gana clásicas, monumentos, vueltas de una semana, vueltas de tres. Gana en primavera, en julio, en otoño. Gana con rabia, con cabeza, con sonrisa. Gana siempre.
Estamos viendo el mejor ciclismo de la historia. Todos los días parecen el último.
Pogacar ya suma 100 victorias con 26 años. Único e irrepetible.
— David García Landero (@DavidGL97) July 8, 2025