La Milán-San Remo 2025 dejó un espectáculo difícil de olvidar, con una batalla inédita en la Cipressa, donde Tadej Pogacar intentó romper la carrera con un ataque brutal, pero se encontró con la solidez inmutable de Mathieu Van der Poel.
La Cipressa, situada a 32 km de la meta en San Remo, tiene una longitud de 5,6 km con una pendiente media del 4,1%, pero con rampas que alcanzan el 6%. La subida ha sido tradicionalmente un punto clave en la clásica italiana, ya que tras su descenso se enlaza directamente con el Poggio, el último escollo antes de la meta.
Este año, el ritmo fue sencillamente brutal. El pelotón llegó lanzado a la base de la subida y Pogacar desató su ofensiva a más de 50 km/h. Durante un minuto completo, generó una potencia cercana a los 10 vatios por kilo, lo que en su caso equivalía a más de 690 vatios sostenidos.
La velocidad media en la Cipressa fue de 38,1 km/h
Entre los comentaristas de la carrera en Eurosport, Alberto Contador no podía ocultar su asombro ante lo que estaba presenciando. “Lo que estamos viendo es increíble. Aguantar un minuto a casi 700 vatios es una barbaridad. Van der Poel es una bestia“, comentó el exciclista.
Los datos no dejaban lugar a dudas: la velocidad media en la Cipressa fue de 38,1 km/h, lo que en muchas circunstancias equivale a un ritmo en llano. La subida completa se realizó en 8 minutos y 55 segundos, pulverizando el anterior récord de 9 minutos y 16 segundos, establecido hace 29 años por Colombo y Gontchenkov. La potencia normalizada para los líderes de la carrera se estimó en 420-450 vatios durante toda la ascensión, un registro al alcance de muy pocos ciclistas en el mundo.
Van der Poel, impasible ante los ataques
Tras la carrera, Van der Poel admitió que la subida fue exigente, pero aseguró haber mantenido el control en todo momento. “Pogacar estuvo increíble en la Cipressa, pero sabía que podía manejarlo. En el Poggio intentó sorprenderme de nuevo, pero yo también tenía fuerzas guardadas”, declaró el ciclista neerlandés.
El propio Pogacar, a pesar de la frustración por no haber logrado la victoria, reconoció el mérito de su rival y lanzó un desafío para la próxima edición: “¿El año que viene bajamos de los ocho minutos en la Cipressa?”. Van der Poel no tardó en responder, aceptando el reto.