Jonas Vingegaard, dos veces ganador del Tour de Francia, está viviendo un cambio trascendente después del grave accidente ocurrido en la Itzuldia 2024, donde sufrió una caída que lo dejó en el hospital durante 12 días con pulmones perforados y costillas rotas.
La gravedad de la lesión ha hecho que el ciclista danés reconsiderara su relación con el deporte, y, tras hablar con su esposa Trine Marie Vingegaard, ha decidido priorizar su seguridad sobre las victorias, tal como confiesa en el medio danés DR.
El accidente que cambió todo
En el momento del accidente, completamente inmóvil y tosiendo sangre, pensó que era el fin de su trayectoria deportiva. Fractura múltiple de clavícula, siete costillas rotas y especialmente un neumotórax y dos pulmones perforados. Un punto de inflexión en la vida de Vingegaard. “Por supuesto que es trabajo, pero no es un trabajo necesario como tal. Es porque me gusta el ciclismo”, reflexiona el ciclista.
Después de su recuperación, Jonas se planteó si realmente valía la pena seguir corriendo estos riesgos, valorando otras formas de conducción, para reducir al mínimo los peligros. La seguridad se he vuelto un tema central y una de las primeras medidas que Trine insistió fue que Jonas comenzara a usar luces en su bicicleta, incluso en entrenamientos. Aunque la idea puede parecer obvia para muchos ciclistas, para un ciclista profesional como Vingegaard, la aerodinámica es un factor crucial. “Puede parecer absurdo no llevar luces, especialmente en invierno en Dinamarca, pero así son los ciclistas profesionales”, comentó Vingegaard en la entrevista.
Un cambio en la mentalidad: seguridad antes que victorias
A partir de entonces, el ciclista danés se ha cuestionado si algunos de los riesgos asumidos valían la pena, y si existían maneras más seguras de competir sin poner en peligro su vida:“Si siento que es demasiado peligroso, es mejor retirarse que luchar”, comenta Vingegaard.
Vingegaard también reflexiona sobre cómo su percepción de los peligros del ciclismo ha cambiado. “Siempre he sido un poco indiferente al respecto. Creí que no me pasaría a mí. Pensaba que soy bueno controlando mi bicicleta y evitando accidentes. Pero llega un momento en que eso simplemente sucede“, compartió. Ahora, tras su experiencia traumática, Jonas ha aprendido una lección valiosa: “Es mejor terminar sano y salvo que ganar”.