En el Giro de Italia, las piernas cuentan, pero la cabeza pesa más. La etapa reina del Colle delle Finestre no solo fue una ascensión histórica; fue también el escenario de una historia tan vieja como el deporte: la rivalidad que termina favoreciendo a un tercero. Mientras Isaac del Toro y Richard Carapaz se enfrascaban en una guerra fría sobre la bicicleta, Simon Yates ejecutaba el movimiento que acabaría por decidir la carrera.
Del Toro tenía la maglia rosa. Carapaz, la ambición y la experiencia. Pero en lugar de construir una alianza táctica momentánea para controlar la etapa, eligieron vigilarse. Esa vigilancia excesiva puede ser letal. Y lo fue. Cada gesto, cada mirada, cada intento de movimiento se neutralizaba. Ninguno de los dos quiso dar un paso al frente. Ninguno quiso ceder. Y así, alguien más aprovechó en silencio.
Divide y vencerás: la batalla táctica que les costó el Giro
Simon Yates, astuto, mantuvo su ritmo y confió en su estrategia. Por delante, Wout van Aert le esperaba para lanzarlo en el tramo final hacia Sestriere. Fue un golpe maestro. Yates simplemente dejó que ellos mismos se estorbaran.
El joven mexicano, debutante en una gran vuelta, eligió cubrir a Carapaz antes que perseguir a Yates. Una decisión táctica comprensible desde el miedo: perder el Giro ante el ecuatoriano parecía más doloroso que hacerlo ante un tercero. Pero ese cálculo fue el principio del fin. Carapaz, por su parte, tampoco mostró intención de colaborar.
El director deportivo del UAE Team Emirates, Fabio Baldato, lo resumió sin rodeos: “Fue una batalla de nervios y piernas, pero el más fuerte y el más inteligente ganó el Giro”. Y no se refería ni a Del Toro ni a Carapaz.
Tal como recoge Cyclingnews, la célebre frase italiana “tra i due litiganti il terzo gode” (cuando dos discuten, un tercero se beneficia) cobró vida en pleno Giro.
Identificar la oportunidad para cooperar
Perder el Giro en la etapa 20 duele. Pero duele más cuando la derrota no viene del cansancio, viene de una decisión táctica mal calculada. Ambos pecaron de orgullo o desconfianza. Ninguno se dejó ayudar. Ninguno fue capaz de ver que, por una vez, cooperar les convenía a ambos.
Dialogar o cooperar con quien piensas que es tu “enemigo” puede abrir caminos insospechados. Cuando dos se pelean, tú puedes ser el que tiende un puente o el que da un paso al lado… y avanzar mientras otros se detienen.
