Tadej Pogacar volvió a imponer su ley en el Critérium du Dauphiné. El esloveno del UAE Team Emirates firmó su segunda victoria consecutiva en la montaña, esta vez en la etapa reina con final en Valmeinier 1800, y dejó la clasificación general prácticamente sellada a falta de la jornada final.
El movimiento definitivo llegó a 12 kilómetros de la cima, cuando Pogacar, con el maillot amarillo bien abrochado, se marchó sin mirar atrás. Neutralizó el ataque previo de Sepp Kuss y aceleró con su estilo habitual: sin mirar atrás, sin un gesto de duda. Detrás, Jonas Vingegaard hizo lo que pudo, recortó en solitario en el tramo final, pero cruzó la meta 14 segundos por detrás. Florian Lipowitz completó el podio del día a más de un minuto.
Con este triunfo, el líder del UAE amplía su ventaja en la general sobre Vingegaard a 1:01 y sobre Lipowitz a 2:21. Evenepoel, desdibujado de nuevo, cedió más de dos minutos y medio y se descuelga definitivamente de la pelea por el amarillo.
Una etapa para escaladores puros
La séptima etapa del Dauphiné era un auténtico festival alpino comprimido en apenas 131 kilómetros. Tres puertos fuera de categoría —Madeleine, Croix de Fer y Valmeinier— y ni un metro llano en el perfil.
Como era de esperar, la batalla comenzó desde la salida en Grand-Algueblanche. El Visma-Lease a Bike intentó endurecer la carrera desde el inicio: primero con Victor Campenaerts, después con Sepp Kuss y Matteo Jorgenson. Su objetivo: dinamitar el control del UAE. Entre tanto, Bruno Armirail y Valentin Paret-Peintre lograron iniciar la escapada, a la que se sumaron hombres como Lutsenko, Healy o el joven Iván Romeo, vencedor en la etapa 3.
El pelotón nunca permitió demasiadas alegrías. En la Croix de Fer, las hostilidades se recrudecieron y la fuga quedó reducida a un puñado de valientes. Higuita, Bardet, Buitrago y compañía aguantaban, pero siempre bajo la sombra de los favoritos, que acechaban a menos de medio minuto.
Romain Bardet, en la que podría ser su última temporada como profesional, intentó dar un golpe de nostalgia en la bajada del penúltimo puerto. Se lanzó en solitario y mantuvo el pulso al pelotón hasta el inicio de Valmeinier. Durante unos kilómetros soñó con una gesta épica, pero el UAE no estaba por la labor de permitir homenajes.
Pavel Sivakov tomó las riendas para Pogacar y fue limando la diferencia hasta dar caza al francés a 13 km del final. Justo después, Visma respondió con un contraataque de Kuss que apenas duró unos metros: el esloveno estaba demasiado fuerte.
Una ofensiva medida al milímetro
Cuando Kuss fue neutralizado, llegó el turno de Pogacar. Un cambio de ritmo seco, sin florituras, sin mirar atrás. Vingegaard tardó en reaccionar y, cuando lo hizo, ya era tarde. Se vació para intentar enlazar en los últimos 10 km de ascensión, pero la brecha nunca bajó de los 10 segundos. Lipowitz, aguantó su ritmo para no perder el tercer puesto de la general. Evenepoel, por su parte, cedía ante Johannessen, que asciende al quinto puesto en la general.
“Queríamos controlar desde el principio, pero Visma no dejó de atacar. Por suerte, Pavel estuvo inmenso”, explicó Pogacar tras cruzar la meta. “Me lancé cuando vi la oportunidad, no quería dejar espacio para que me sorprendieran. Jonas estuvo muy fuerte, pero pude mantener la ventaja”.
La octava y última etapa del Dauphiné no promete la misma épica montañosa, pero sí podría ofrecer fuegos artificiales. Con una general prácticamente decidida, solo un vuelco inesperado evitaría que Pogacar conquiste su primer Dauphiné con autoridad y con un mensaje claro para el Tour.
