Como bien sabéis, otoño es una de las épocas más lluviosas del año. A esto se le suma que suele hacer frío y que hay menos horas de luz. En definitiva, las condiciones para rodar son distintas que en verano, por lo que será importante tener en cuenta ciertos factores para rodar por senderos cuando montemos en nuestra bicicleta de montaña o si nos gusta el gravel.
Antes de nada será conveniente adaptar ligeramente tanto nuestro equipamiento y nuestra bicicleta. Una de las partes más importantes, obviamente, será tener en cuenta los neumáticos de nuestra bici, como os comentábamos recientemente en este artículo.
Una vez hayas configurado tu bicicleta y tu equipamiento, será el momento de salir a rodar.
Habrá que tener en cuenta que posiblemente encontremos agua y charcos en los senderos por los que circulemos, además de, evidentemente, la humedad que hará que las raíces y rocas estén mojadas. Y por descontado que encontrarás zonas llenas de hojas.
Así pues, te daremos varios consejos tanto para rodar en llano como en subidas y bajadas para que puedas optimizar tus salidas y disfrutar más de tu bicicleta en esta época del año.
En llano
La trayectoria será clave tanto en subidas como en bajadas, pero también en llano. Independientemente de que conozcas los senderos por los que vayas, tendrás que tener cuidado con ciertos “peligros” ocultos, como por ejemplo socavones.
Con los senderos mojados las trayectorias marcadas pueden no ser tan claras, por lo que habrá que circular con especial cuidado. En cualquier caso, al rodar por zonas mojadas lo mejor será buscar las zonas más seguras, sorteando charcos que puedan esconder socavones e intentar pasar los obstáculos, como raíces, de forma perpendicular.
En subida
Con agua y barro las subidas se complican. La tracción disminuye y será vital avanzar sentados mejorando el agarre en la rueda trasera. Si nos ponemos de pie distribuimos el peso en las dos ruedas, reduciendo la capacidad de tracción de la rueda motriz, la trasera.
Además, deberemos intentar trazar la subida reduciendo la pendiente. Al rodar por secciones menos empinadas, más suaves, conseguiremos una mejor tracción.
Adelantarse a los elementos que encontraremos en el camino siempre es un buen consejo. De esta manera podremos dosificar las fuerzas y sabremos cuándo apretar para sortear, por ejemplo, una piedra grande en el camino.
En bajada
Al igual que en la subida, en la bajada tendremos menos tracción cuando el terreno esté mojado, embarrado y con hojas. A esto se le suma que la distancia de frenada aumentará.
Las curvas serán el momento más peligroso, pues no sabemos qué encontraremos después. Además, los charcos y las hojas pueden esconder sorpresas desagradables, como raíces mojadas y resbaladizas.
Si rodamos en grupo será recomendable aumentar la distancia de seguridad con el compañero, pues la distancia de frenado es mayor.
Por último, debes ser consciente de cómo es tu bicicleta, de cómo funcionan los frenos y del papel que juegan las suspensiones delantera y trasera. Conocer tu máquina te puede salvar de un susto y permitirá que frenes con más suavidad y por tanto optimizarás el frenado en caso de necesidad.