El futuro también se llama Iván Romeo (Valladolid, 2003), un superdotado para la contrarreloj que ya ha sido campeón del mundo sub-23 en esta especialidad.
Toda la grada del José Zorrilla le dedicó un aplauso enorme y sincero. Fue el pasado mes de octubre en un partido de Primera división. Aquel día el Real Valladolid, que es el equipo de su ciudad, le dio un homenaje. Había motivo. Iván Romeo, a los 21 años, se anticipó al futuro este verano en Zurich. Allí se proclamó campeón del mundo contrarreloj en categoría sub-23. Hacia 25 años que no lo lograba un español (José Iván Gutiérrez, 1999).
Pero Iván Romeo es una promesa con letras mayúsculas. Un portento diseñado para la contrarreloj. Un físico de 1,93 (cuatro centímetros mas que Induráin). Un ciclista natural de Valladolid que ya forma parte de la fábrica del Movistar y que lleva el ciclismo en la sangre gracias a la afición de su padre y de su tío.
“De niño me acuerdo ir todos los meses de julio a ver el Tour de Francia a los Pirineos”. Pero ahora su padre se desplaza para estar con él y para verle competir como ocurrió en el Mundial de Zurich. “Llegamos diez días antes y lo vimos todo. Nos aprendimos cada curva de memoria”.
Después, en la competición, Iván Romeo se portó como un maestro. Hasta Alec Segaert, que había sido tres veces campeón del mundo, se rindió ante él. Pero es que Iván voló literalmente y llegó más entero que nadie a los kilómetros finales. “Eran los kilómetros más importantes de mi vida”, justificó con solo 21 años, increíble.
Ahora, pase lo que pase en el futuro, Iván Romeo ya ha sido campeón del mundo. Su nombre y apellidos ayudan a hacer la digestión como un yogourt natural: Iván Romeo Abad. Valladolid está orgullosa de su talento y él no concibe otra vida mejor que esta desde que empezo todo en el Club Ciclista Juan Carlos Domínguez de Arroyo de la Encomienda.
Iván tenía entonces 10 años. Se apuntó por curiosidad para seguir los pasos de su hermano Sergio. Hoy, once años después, ya es campeón del mundo en su categoría. La ilusión ya es una parte fundamental de esta historia. Su juventud es su mejor publicidad y su esperanza por hacer cosas grandes es la nuestra. Estamos en tus manos, Iván. Disfruta de tus vacaciones.
