Esta imagen de Santiago Botero levantando los brazos con el maillot de Kelme también marcó una época en el ciclismo. Pudo llegar a más, pero le faltó ayuda. Su ejemplo vale la pena.
“Yo fui mi propio psicólogo. Y no era el mejor, claro, porque me faltaba preparación para ser psicólogo”, recuerda hoy Botero, a los 50 años. “Si hubiese llegado a un Tour convencido de que podía ganarlo y dejarme respaldar…. Pero yo no era un buen líder. Prefería pasar desapercibido. Era temeroso”.
“La gran mayoría de las veces iba solo. No quería presión de líder. Belda trataba de convencerme de que podía ganar y yo, al final, seguía la orden como buen discípulo. Pero no era por iniciativa mía. La suerte fue que él confiaba más en mí que yo mismo”.
Botero, que hoy se gana la vida como conferenciante y escritor en Colombia, no tiene nada que reprochar al pasado. “Era un ciclismo diferente en el que nadie te enseñaba a manejar la presión”. Por eso siempre se muestra tan agradecido a quienes estuvieron a su lado como Vicente Belda.
“Gracias a él gané mi primera etapa en el Tour en Briancon. Era una fuga con Savoldelli. Yo nunca hubiese atacado, pero él me lo ordenó cuando faltaba por subir el Izoard. Y ataqué y gané. Y eso me dio una cconfiana que no tenía”.
La suya fue una época magnífica para el ciclismo colombiano. “Nos acostumbramos mal. En mi etapa siempre había un colombiano entre los cinco primeros y parecía fácil. Pero no lo era. Nosotros estamos al otro lado del charco. No es Europa Occidental que es como cambiar de ciudad. Pero la calidad la hay. Ahora, lo importante es entender que no tenemos que competir con Pogacar para disfrutar del ciclismo”.
Botero llegó a ser campeón del mundo contrarreloj o cuarto en un Tour de Francia donde ganó hasta tres etapas y fue premio de la montaña. “Tuve medios”, dice al recordar sus inicios. “Cuando yo llegué hacia las contrarrelojs con la bicicleta que me prestaba José Castelblanco, que era más alto que yo. Acababa las cronos con dolor lumbar y no podía subir ni siquiera una escalera”.
“Pero Labarta convenció al equipo para comprar un túnel del viento muy básico en Tenerife. Hicimos modificaciones en la postura y gané la primera crono que hice en el Dauphine a Armstrong. YYeso me dio una gran confianza para el futuro”.
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